Estaba sentado en la oficina, incómodamente sentado en una silla demasiado pequeña para mí ya que las nuevas sillas grandes estaban ocupadas por el nuevo personal que estaba muy ocupado sonriéndose unos a otros, lo cual muestra su interés y excitación al igual que me inspiraba optimismo respecto a lugar dónde iba a trabajar pronto. He me explicó rápidamente algunos detalles y dijo: “Bueno Jonathan, hay una mujer llamada Patricia trabajando en un parque dando clases a niños, adultos y trabajando en varios proyectos, la cual está interesada en hacerte una entrevista”.
Llegué acompañado de mi amigo, quién me ayudó a encontrar el parque y en medio de este precioso y curioso parque había un edificio rojo que parecía la casita de Hansel y Gretel. Parecía irreal, como si estuviera hecho de caramelos, viejo y antiguo, con cierto encanto. Cuando entré fui recibido por mi futura jefa amablemente, la cual sonrió y me dijo que entrara. Me quedé esperando un momento mientras miraba la pequeña galería que antes era la oficina de la policía y antes de eso unos servicios públicos hace años. Recuerdo observar las fotografías y los preciosos cuadros, dibujos y paredes decoradas de distintos estilos. Ella explicó la función de la galería, el material que tenían, y las aéreas que tendría que hacer allí como parte de mis prácticas y mi proyecto de crecimiento profesional.
Lo que me encantó de poder trabajar allí fue estar en una preciosa galería llena de arte, en un proyecto que tenía que ver con el arte y con toda clase de gente, estudiantes, jubilados, toda clase de trabajo, desde tradicional, experimental, esculturas, escrituras, ilustraciones, pero todo asociado al arte. Me encantaba la idea de que pudiera haber tanta gente involucrada constantemente y que esto no fuera a terminar para los artistas involucrados.
Desde que estoy trabajando aquí nunca he estado aburrido o incómodo. Desde la risa y la imaginación que corrían libremente en las clases de los niños de quienes las ideas y el trabajo y el sentido del humor nunca crecían, hasta los reflexivos e inteligentes estudiantes que atendían las clases de ilustración de los niños, a las primeras generaciones de hombres y mujeres jubilados que asistían a clases de pintura al óleo aportando una relajada atmósfera al lugar, riendo si no mezclaban bien los colores y esforzándose en reflejar la luz correctamente. Los visitantes que entraban preguntaban: ¿Qué es este lugar? Con curiosidad, como la primera vez que yo lo hice.
Hubo una vez en la que llegué y un grupo de motoristas estaba bloqueando la puerta tomando fotografías de su boda por la belleza del edificio, y fue curioso ver un grupo de personas de más de cincuenta años llenos de tatuajes, barrigas cerveceras y barbas reían, posando mientras el fotógrafo algo nervioso hacía su trabajo.
Cómo artista, necesito luz, interés y creatividad, igual que otros necesitan corer o nadar, yo necesito ser creativo o perderé contacto con mi imaginación. Y desde que empecé en la galería, me sentí como si hubiera conectado con el fin de la Universidad, con mis ideas, personajes y libros que tuve que decir adiós cuándo volví a Inglaterra.
Ahora pienso en la clase de trabajo que tendré cuando vuelva a Inglaterra y solo me vienen a la cabeza las prácticas y la libertad de la creatividad, la imaginación, la gente con la que te encuentras. Pienso que aunque no durará siempre, al menos lo tengo ahora.
-Jonathan